jueves, 16 de agosto de 2007

No voy a escribir sobre Rayuela


No voy a escribir sobre Rayuela. Nunca me animaría. Voy a escribir cuatro párrafos cortos sobre este libro y lo voy a poner acá sólo mientras haga falta.

Hace más de 20 años que está este libro en mi casa. Es de esos libros que se quiebran cuando los abrís. Es de la editorial “Bruguera-Libroamigo”. Primera edición , 1979. Yo tenía 17 años.

No sé cuando se empezó a quebrar, ni porqué me interesa saberlo. Inicialmente se nota que se partió en el capítulo 24 (“Yo no me sé expresar – dijo la Maga secando la cucharita con un trapo nada limpio”). Y el otro gran quiebre está en el 83 (“¿Porqué escribo esto?”)

Sí me acuerdo que lo abrí esa tarde que mi hermana, la mayor, me lo trajo envuelto (“8. Ibamos por las tardes a ver los peces del Quai de la Mégisserie”), y lo volví a agarrar la noche que me besó Cachito Lagomarchini (“16. Cuando se fue de la pieza era casi de madrugada, y yo ya ni sabía llorar”). Al terminar la facultad, lo estuve hojeando, o deshojando un poco más (“Un perfecto asco -dijo Olivera- sacáme esa porquería del plato.”) Y así se ha ido partiendo, separando en capítulos, dividiendo en hojas sueltas; cachos y otros cachitos.

Hace poco encontré la página 297 en un cajón y la puse en su lugar (“Lo mejor sería que yo me volviera a casa, dijo Talita, mirando penosamente a Traveler.”) Y hoy está completo, partido, quebrado y sostenido por una gomita sucia.

“A su manera este libro es muchos libros, pero sobretodo es dos libros.”
El libro donde yo lo espío a él. Y el libro donde él me espía a mí.